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sábado, 16 de febrero de 2013

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miércoles, 9 de mayo de 2012

Padres e hijos adolescentes.

Relación entre padres e hijos adolescentes

Tal vez sea la adolescencia una de las etapas más difícil en la vida de nuestros hijos. Muchas son las cosas que cambian para ellos, y todas empiezan a la vez.
Un cúmulo de nuevas sensaciones, sentimientos desconocidos y afán de ser mayores, todo ello junto puede producir en los adolescentes explosiones que arrasen con todo.
En estos momentos es cuando la relación padres - hijos adolescentes puede verse afectada por muchos problemas, derivados de todos esos cambios que están afectándoles.
Es también durante este tiempo cuando los padres debemos hacerles llegar que estamos ahí para apoyarles, que no somos el enemigo, que es como muchas veces el adolescente percibe a sus padres.
Los padres debemos tener claro que ellos están creciendo, necesitan su espacio, aprender a ir manejando su libertad, y que eso no es el fin del mundo. Los hijos adolescentes deben ir aprendiendo a volar y la función de los padres es enseñarles a manejar bien sus alas.

¿Qué podemos hacer los padres?

Sobre todo debemos ser pacientes, toda la paciencia del mundo en ocasiones no es suficiente. Nuestro pequeño ahora nos planta cara, cuestiona nuestras órdenes y quiere ser él el que tome el timón de su vida.
Llegará, sin duda. Él debe tomar el timón de su vida, cuando llegue el momento. La adolescencia es el tiempo de aprendizaje, aunque no solo los adolescentes están aprendiendo también los padres, sobre todo los que por primera vez se encuentran con un hijo adolescente.
Si los padres fallamos es más fácil que nuestros hijos tengan algún tipo de problemas. Si en ocasiones no sabemos muy bien como actuar es muy conveniente acudir a pedir consejo a un buen profesional.
Es imprescindible que gastemos una parte de nuestro tiempo con nuestros hijos, interesándonos por sus actividades, sus amigos y todo lo que pueda ser importante para ellos.

Hablando con nuestros hijos adolescentes

A la hora de mantener una conversación con un adolescente sería conveniente no olvidarnos de:
  • Explicarles las cosas con claridad: que nada pueda ser malinterpretado o darle un significado que no queremos.
  • Mantener una conversación: hablar y dejar que hablen.
  • No descartar sus opiniones: los padres no tenemos en nuestro poder la verdad absoluta.
  • Si estamos enfadados: no debemos hacerles pagar a ellos nuestro mal humor.
  • Coherencia con nuestras exigencias: el comportamiento de los padres debe ser coherente con lo que exigimos a los nuestros hijos.

Estableciendo reglas

La vida de los adolescentes puede convertirse en un autentico caos. Los padres debemos establecer unas reglas, por supuesto, para que sean cumplidas no para cubrir expediente.
Tal vez a la hora de establecer las reglas que les afectarán sea conveniente comentarlas con ellos, pedir su opinión, aunque al final seamos los padres los que tengamos la última palabra.
Cuando tomemos una decisión sobre algún tema, como horarios, castigos etc., debemos mantenernos firmes y no dejar que nos manipulen, los adolescentes pueden llegar a ser muy convincentes para intentar salirse con la suya.
Por supuesto si hemos de reconocerles su buena actitud, notas, comportamiento etc., no debemos quedarnos cortos, hagámosles saber que están trabajando bien y no seamos tacaños con los elogios.
Nunca debemos olvidar que los padres somos los adultos, los expertos y que tenemos que darles a nuestros hijos adolescentes todo el apoyo, los consejos, halagos, críticas, castigos o premios que necesiten.

El amor entre padres e hijos

 El amor entre padres e hijos es casi 'inevitable', se aman de manera recíproca e irracional. No hay una explicación para ese amor. Pero cuidado, no estamos obligados a amarnos, no se puede forzar esa relación. El amor en familia es voluntario, comprometido y con bases sólidas. Las relaciones entre padres e hijos, a veces, están marcadas por desencuentros, frustración, culpa... que salen a la su`perficie en momentos especiales y que son difíciles de manejar.

El amor filial no nace de la nada. Hay padres que no han sabido amar a sus hijos, no han podido demostrarles su amor, cultivar los sentimientos. A lo largo de la vida no lo han hecho y ven las consecuencias al sentir el abandono, del que muchas veces son responsables. Sus hijos no están obligados a amrles. Tal vez sólo cuiden de ellos por un deber de humanidad pero nada más. Incluso hay hijos que desarrollan sentimientos negativos hacia sus padres y no pueden ni siquiera ayudarlos ante la necesidad.

Pero el amor también se aprende. A veces, los padres no han estado a la altura de las circunstancias, otras no han sabido transmitir el amor seguramente porque a ellos tampoco les enseñaron a amar. El amor no solo está en el fondo sino, también, en las formas. Debemos conocer cuál es nuestro caso particular.
Si la relación es insana, no saludable en nuestra vida debemos optar por no amarlas como parte del respeto que nos debemos a nosotros mismos. En este caso debemos permitirnos no amarlos, prodigarles, eso sí, actitudes cariñosas y atenderlos o cuidarlos en sus necesidades básicas. Esto últmo está relacionado con nuestro deber de reciprocidad y agradecimiento.


Siempre es tiempo de amar

La calidad de las relaciones afectivas se ven condicionadas por la carencia pero se puede aprender a amar y para ello no hay un tiempo determinado. Siempre será mejor amar desde pequeños pero los mayores también están a tiempo y esto les permitirá tener una vida mejor, llena de acriño, afecto y buenos sentimientos.
Dedicar tiempo, escuchar, el respeto, las muestras de amor como besos, abrazos, palabras afectuosas, son imprescindibles en el amor. Además qque el amor nos da seguirdad, protección, ilusiona la vida.
En las relaciones con nuestros padres, el amor debe cultivarse, dedicarle tiempo, espacio, cariño. Algunas pistas para mantener esa relación son:
- Dedicarles parte de nuestro tiempo para estar con ellos y compartir ese tiempo no solo coincidir en el espacio físico.
- Prestar atención a sus necesidades, sus preocupaciones, penas y alegrías.
- Comunicarse, hablar, compartir cosas de la vida que generan un lazo entre las partes.
- Respetar al otro, sin reproches y sin esperar que cambie a nuestro gusto y parecer.
- Hacer sentir a la otra persona que es importante en nuestra vida con ternura y cariño, diciéndole 'te quiero', con muestras de cariño.

La importancia del amor

El cariño es un aspecto fundamental en el desarrollo de un niño. Los abrazos, las caricias y los besos ayudan a crear un estado de confianza y seguridad en los pequeños. El conflicto surge al determinar hasta que punto debemos llevar ese cariño en determinados momentos como, por ejemplo, la hora de dormir o de comer.

                                             La importancia de los abrazos y las caricias hacia los niños

Así, mientras algunas teorías, como la del 'Método Estivill', afirman que es necesario evitar coger al niño cada vez que llora, acudir a él de manera inmediata, etc. para no crear una dependencia del pequeño a los progenitores, otras como la del popular libro 'Bésame mucho' defienden el uso del cariño para combatir situaciones complicadas: llamadas de atención, rabietas, problemas a la hora de dormir..

Lo cierto es que, independientemente al extremo que nos acerquemos o lo firmes que queramos ser ante determinadas situaciones, el hecho de que el pequeño sienta el cariño de sus progenitores en el día a día a través de un abrazo o una caricia es fundamental. Por tanto, aplicar un método u otro para casos como la hora de dormir, no te convierte en un padre más o menos cariñoso, pues eso se debe demostrar en el día a día.